Crónicas de un estrellado IX

. 19 de mayo de 2007
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El tránsito en la Ciudad de Buenos Aires dista de ser fluido, tranquilo y pacífico. Más bien es... insoportable.

Desde hace un tiempo que algunas (bastantes) de mis llegadas tarde fueron reemplazadas por llegadas temprano, la psiquis es terriblemente controladora. (Aunque debo admitir que aún no puedo hacer lo mismo antes de las 10 de la mañana) Pero bien, debido a mi llegada temprano, poco más de una hora, me encontré manejando hacia una plaza para hacer tiempo. En el interín, me crucé con un embotellamiento que me hizo cambiar de planes, por lo que al pasar el percance, me dispuse a retomar tranquilamente mi dirección original.

El motivo de mi llegada tan temprano puede explicarse de muchas maneras, ninguna es exacta. El ruido de la ciudad es constante, el de mi cerebro, también.

Crucé una calle conocida, dejé pasar a unos peatones, y a un auto a mi izquierda que se veía que estaba apurado. Seguí en mi dirección original, esquivé una pila de basura y seguí detrás de un taxi. Llego temprano desde que puse en la balanza algunas de esas piezas que siempre me faltaron. La gente sigue plantando los ficus en las veredas. Un motoquero puso la luz de giro y lo dejo pasar. Llegué a la esquina, frené y arranqué una vez que el taxi vuelve a arrancar, sentí el suave descender en la cuneta de la bocacalle. Llego muy temprano. Y el taxi se vuelve hacia atrás. Frené. Pero él sigió hacia atrás y chocamos.

Fue muy poco lo que él retrocedió. Pero lo suficiente para chocarme. Es verdad que yo iba muy cerca, pero, quién no en la ciudad.

Me bajé tranquilo, él lo hizo después. Miré mi auto, sólo rompió la óptica de la luz de giro y me hizo saltar un poco el plástico del paragolpes. Tranquilo me volví hacia él y ví cuando frotaba su paragolpes y noté parte de la pintura del mismo saltada. Me acerqué y le pregunté si estaba bien, a lo que él nunca contestó.

Yo pensaba que algo le tenía que haber pasado, porque una cosa es aminorar la marcha para doblar en una esquina, otra es frenar cuando está cruzando algún peatón y uno debe cederle el paso al doblar, pero ¿retroceder? no conozco ningún motivo que lo justifique. Por lo que pensaba que quizá se sentía mal o algo por el estilo.

Me sorprendió lo que obtuve por respuesta: "Pibe, ¡vos venías muy rápido!, Estás en una ciudad, tenés que andar despacio" - me dijo sin mirarme a la cara - "Tenés que frenar en las esquinas, porque ves, hay una cuneta" - mostrándome la curvatura de la cuneta, con sus brazos extendidos con las palmas hacia abajo, algo acuclillado, como si fuera un escultor notando alguna cualidad de su obra - "y tenés que frenar en la cuneta, tenés que andar despacio".

Con mi cara de sorpresa, y una solemnidad inexistente le contesté que yo no venía rápido, que él no sólo frenó en la esquina, sino que venía en reversa. Que yo había frenado cuando él frenó y que había arrancado cuando él arrancó. Que no había nadie cruzando y ningún auto doblando más que nosotros dos. Y que frené cuando el venía en dirección contraria, e inclusive alcancé a girar la dirección, pero no pude evitar que él me chocara.

Siguió convencido que el problema era yo. Le dije, una vez más, que yo no venía rápido, que aceptaba que me dijera que no manejaba a una distancia de dos metros de separación -¿pero quién puede en la ciudad?-.

Cómo explicarle que el problema soy yo en muchas oportunidades, en incontables ocasiones, pero que en ésta, mi única falta fue venir detrás de él a una distancia poco prudencial.

Se volvió hacia su taxi, y se alejó puteando, insistiendo en que yo soy el del problema.

En ese instante en el que ví que me dió la espalda para irse, con ese ademán sobrador, la tranquilidad que me agobiaba me abandona, y la ira se sobrepone. Un calor me brotó de las entrañas y un deseo de pegarle se posesionó de mi.

Pero no lo hago. Putié. Putié muy fuerte. Pero a él no le importó, no se volvió a buscar su parte. Se subió al auto y se fue.

...

La mañana siguiente, salí bastante temprano para el trabajo, después me enteraría que esa cosa rara en el cielo eran los meteoritos. Pero era tarde. Las autopistas estaban cargadas como siempre y los giles que van a 80 km/h por los carriles rápidos son siempre muchos. Eso no me molestaba más de lo habitual. Podría decirse que iba con una sonrisa.

Pagué el peaje, y salí de la autopista. Tomé por la avenida de doble mano mas angosta del planeta (pero la única que me lleva hacia donde voy) y esquivando autos, colectivos y camiones me dirijí al trabajo.

Había pasado bastante ya de una de las últimas cuadras de tamaño ciudad (para dar paso a las de tamaño campo) cuando sentí una pequeña, breve, explosión. Miré por los espejos, miré los controles del auto y seguí, porque había sido mi imaginación. A los pocos segundos, cuando la camioneta que estaba a mi lado se aleja, escuché el ruido característico del aire saliendo de una rueda. Putié y doblé en la esquina dispuesto a cambiar la rueda.

Cuando me agaché para ver la pinchadura, encontré para mi sorpresa algo que no puedo llamar miguelito. No puedo, porque miguelito expresa una sensación de pequeñez, incluso de picardía, de nimiedad. Miguelitos eran los de antes. Esto era otra cosa.

Era un fierro de considerable tamaño, afilado en todas sus secciones, que tajeó la rueda en varias partes.

Putié. Mucho putié. Eran las ocho de la mañana y no me importaba que la mitad de los pobladores estuviera durmiendo. Tampoco que los de la verdulería que descargaban la camioneta fueran a pensar algo. Aflojé la rueda rota. Putié contra todo aquel que me rodeaba. Putié en varios idiomas, apelando a varias religiones. Saqué el auxilio del baúl. Putié a los hacedores de "miguelitos" y les deseé los peores males de la tierra. También les deseé que la plata que hicieran arreglando gomas no les alcanzara para los tratamientos que fueran a necesitar. Puse el auxilio. Putié a sus madres, a sus tías y a sus hermanas. Putié acerca de lo cornudos que eran (son). Putié y canté. Ajusté los bulones. Canté muy fuerte. Una sola estrofa. Repetida. Fuerte.

12 comentarios:

Pedro de Mendoza dijo...

ja
eso te pasa por manejar

yo hace rato que desisti.. ya no manejo ni por capital, ni por provincia, ni por la cuadra de mi casa siquiera
mi auto me esta pidiendo por favor que me suba algun dia

ah.. che.. quiero saber la cancion :P

Manolo dijo...

estres, gente loca...
no manejes
yo por eso ando en bici. toda una aventura, esquivando coches, gente, camiones, agujeros, y tragando mosquitos; una que otra sentir como abren una puerta contra ti, pero no importa, no es como cambiar una llanta, solo tienes que revisar la bici, si esta bien sigues, llegando a casa revisas tu sangre, pero esa, esa no vale, para eso hay medicinas, para el coche te vuelves loco.

Kaitos dijo...

Mola: Si, pero si vieras mi schedule diario te darías cuenta que sin un auto, no puedo hacer la mitad de las cosas.
Y la canción, tire alguna, a ver si le pega... ¡Abrazo!

Manolo: Bienvenido. Si, estoy estresado y loco, pero por ahora no puedo concebir algunos de mis días sin el auto. Saludos

Bla. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Bla. dijo...

Hace una semana y tres días (era más fácil decir diez días, pero lo calculé en base a un miércoles), como ya me había hecho antes, mi auto tuvo un capricho y no arrancó.
También puteé mucho, mucho. Y también sonó una canción, o mejor dicho una estrofa.
Y es "All you need is love", de los Beatles. Para ser más específica es el estribillo lo que suena, los coritos.
Siempre pero absolutamente siempre que me pasa algo con mala leche suena esa. Pero con una modificación:

"Fuck, fuck, fuck...
fuck, fuck, fuck...
there´s nothing you can do that can´t be done...
bla bla bla
la la la

fuck, fuck, fuck..." (etc, etc, y así muchas veces hasta que se me va la bronca).

absurda y efímera dijo...

Tener un auto y putear son dos cosas que van juntas, ¿verdad?

Kaitos dijo...

Peanut's: jajajajajaja Al mío, que tiene mucha personalidad, le da por hacer cosas (o no hacerlas) en momentos siempre inoportunos, y nunca con el especialista de testigo. Linda su canción post-problemática.

La canción que cantaba yo es más explícita y contundente, y no le modifiqué la letra. Es nacional, para más datos.
Abrazo.


Absurda: Si, van de la mano siempre, los autos y las puteadas. Es más, si no se putea, no se maneja realmente. Je!
Abrazo.

Kaitos dijo...

¡Y dále con "cruzé"! grrrrrrr Había puesto "cruzaba" y luego modifiqué todo el tiempo del texto... y quedó esa nefasta no-palabra... grrrrr

Milagros dijo...

La gente que no nos mira a la cara son irremediablemente unos:

HIJOS DE PUTA

Enseñanza de mi padre.

Kaitos dijo...

Milagros Mejía P.: ¡Y cuanta razón tiene tu padre!
Abrazo

Anónimo dijo...

que injusta la palabra embotellamiento para designar algo supuestamente engorroso y detestable, y digo supuestamente porque no se si llego a ver lo malo que hay en un rato de tiempoa solas y gratis en una ciudad onde moverse no siempre te lleva a algun lugar.
En fin, la imagen de cientos de botellas juntas..., no se como a alguien se le ocurrio usar una palabra que supone esa imagen para algo que la gente cree que es una mierda..momento!!!, sera por eso mismo???
nunca esta de mas aclarar para los que no tengan luces que esto se escriobio desde el fondo de un tinto que memira triste sabiendo que se que se termino y nbo hay mas.
felicensé!

Kaitos dijo...

Anónimo, no sé quién sos, pero me caiste genial. Lástima que si es verdad lo de la botella de vino, capaz que no recordás el camino para volver a visitarme.

En fin, un lindo regalo.

Saludos, y bienvenido/a.