Edward Sharpe & The Magnetic Zeros - Home

. 10 de octubre de 2014
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(...)

Tomáte el palo

. 10 de septiembre de 2014
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Miss Bolivia + Leo García


Para vos, gato.


 Al final yo tenia razón, me decías mentiras mi amor.

 Me salvaste bien el corazón
 Y ahora lloro y me duele un montón.
 Simulaste una separación
 y a ella la llevaste a nuestra habitación,

 La besaste junto a nuestra foto de Europa y le diste masa en mi colchón.


 Y ahora las mañanas ya no son las mañanas

 Ya no tienes mi presencia que sana
 Me buscas, me escribes por Facebook, me llamas...
 Me parece a mi o a ti te quedo fría la cama?

 Que garrón, te fuiste de mi casa sin pedir perdón

 Ahora mis amigos te dicen traidor,
 porque me rompiste el corazón
 Y ahora querés volver...

 Pero tomáte el palo, y ahora tomátelo

 Y ahora tomáte el palo, y ahora tomátelo.

 Y que Dios te bendiga, y yo te digo adiós

 A la gilada ni cabida mi vida ahora decido yo.

 A mi corazón le pusiste tierra

 Con tus mentiras me hiciste mierda
 Y tengo esta herida que sangra y no cierra...
 y no sé que hacer.

 Decime algo Leo


 Hola, mejor que mala compañía andar sola,

 Afuera hay 20 pibas haciendo cola
 Si yo fuera vos estaría vola
 Vamos a menear la rola
 Y digo que la tienes que dejar
 Si no te supo respetar
 Pero no tienes que olvidar
 Que hay amor del bueno
 y que esta por llegar

 (suéltalo)

El dolor no funciona
 (suéltalo)
Min nena te perdona
 (suéltalo)
Voy a limpiar la zona
Para volver a nacer otra vez.

Y ahora tomáte el palo y ahora tomátelo

Y ahora tomáte el palo, y ahora tomátelo.

Y que Dios te bendiga, y yo te digo adiós

A la gilada ni cabida mi vida, ahora decido yo.

 Tomáte el palo, tomáte un avión, tomáte un taxi tomáte camión

 A Bahía Blanca, La Plata o Morón..
 Yo sigo tranca y vos que papelón.

 Al final yo tenia razón

 Me salvaste bien el corazón
 Y ahora lloro y me duele un montón.

 Y ahora tomáte el palo y ahora tomátelo

 Y ahora tomáte el palo, y ahora tomátelo.

 Y que Dios te bendiga, y yo te digo adiós

 A la gilada ni cabida mi vida ahora decido yo. 

 Y ahora tomáte el palo y ahora tomátelo

 Y ahora tomáte el palo, y ahora tomátelo.
 Y que Dios te bendiga, y yo te digo adiós
 A la gilada ni cabida mi vida ahora decido yo.

 Que paso? Te re cabió.

(... sutilezas del destino ...)

Fact IV

. 9 de septiembre de 2014
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I Love You, You Imbecile! 
Pelle Carlberg 

I love the way you talk 
I love the way you stalk 
me with your mobile phone 
I love the way you smile 
The way you're juvenile 
I love the way you moan 

I can live with vanity and puns 
and the morning temper runs 
I can live with all your downsides 
I can live with you high 

All I want, all I need 
All I want is you 
I can live with all the stupid things you do 

I love the way you dress 
the way you make a mess 
and that you're always late 
I love the way you smell 
and I can always tell when you exaggerate 

I can live with vanity and puns 
and the morning temper runs 
I can live with all your downsides 
I can live with you high 

All I want, all I need 
All I want, all I need 
All I want, all I need 

All I want is you 
I can live with all the stupid things you do.

(ok, mas pruebas de que hay gente inspirándose en mi vida)

Fact III

. 29 de agosto de 2014
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Resulta que a veces no nos animamos a decir, por miedo a lastimar. 
Y salimos lastimados nosotros. 
Y nos perdemos de vivir cosas lindas. 
Y moriremos con la duda, ¿hubiera sido distinto? 

Y bueno, en la vida hay que alejarse de los cobardes, de las personas falsas, de aquellas que no sienten pasión. 

Quizá entonces, será una mejor vida. 

Y yo, soy cero cobarde, digo lo que siento y vivo empapándome de mis pasiones. 

Vos, fijáte. 

Mientras tanto, aquí, en la gran ciudad, una nueva hora, comienza.

(... spring is coming ...)

Disclaimer

. 12 de agosto de 2014
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Vale, vale todo. 

Valen tus ojos cada mañana, 
Vale el sol entrando por la ventana, 
Vale el mar y las montañas, 
Vale tu risa y tu mirada. 

Vale, Vale todo. 

Vale la miel y la amargura, 
Vale el dolor que me infringís con locura, 
Vale el resto y vale la falta, 
Vale la piel sangrando descamada. 

Vale, Vale todo. 

Vale el silencio y valen las palabras, 
Vale el hecho y lo desecho, 
Vale el camino y las paradas, 
Vale el tiempo en cada trecho. 

Vale, Vale todo. 

Vale mentirme con holgura, 
Vale saberme fuerte aún con tus amarguras, 
Vale que pienses que yo también tengo las culpas. 
Vale que insistas en decir que te importa esta utopía, 
Vale que demuestres que fue solo una fantasía. 

Vale, Vale todo. 

Vale ser segundo aun cuando ya no había primero, 
Vale ser entretenimiento cuando no había divertimento, 
Vale que sea por años enteros. 
Vale pensar que todo puede durar un instante, 
Vale temer, más nunca vale ser cobarde. 


Vale, Vale todo. 

Más nunca valdrá la pena el esfuerzo que hiciste en lastimarme, 
Porque nada tengo yo que puedas lastimar, 
Porque nada vale verme llorar, 
Porque en el principio ya soy el final, 
Y al final, fui solo el comienzo.

(...)

Viejas reflexiones

. 7 de mayo de 2014
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Todos somos distintos, cada día que pasa, cada persona que conocemos, cada comida que probamos, todo nos cambia, nos modifica. Y luego, hoy, somos todos esos distintos yo. Todos forman parte de uno, son agua de un mismo río. Un río que se nutre de todos ellos, un río que aprende y supera obstáculos. Un río que sigue fluyendo. Un río que se abre camino y cambia de dirección, pero que nunca retrocede. Un río que sigue siendo río a pesar de todo. A pesar de todo, el mismo río. Un río que nos une. Que une al niño, al adolescente y al adulto, en todas sus versiones, las versiones de cada día. Un río que nos hace uno.
Y el universo sigue girando, así como el río sigue fluyendo hasta que encuentre el mar y se funda en un todo con todos los otros ríos. Un día nos daremos cuenta que el río es universo también.
Todo regresa al lugar de origen. Incluso yo, aunque no sepa donde sea ese lugar, sé que en el final, cuando ya todo sea un recuerdo, estaré ahí y ya nada cambiará. Y eso me da felicidad.

(...)

La cañada de Pj'erb Rhaab - Parte 1

. 17 de abril de 2014
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El


viejo, tenía un gran libro, lleno de figuras y muchas historias. Phaj miraba atento una a una sus bellas imágenes. Fue el único momento en el que la carpa de Tgan Hagg estuvo en calma.

- ¿Ha escrito usted todos estos cuentos? preguntó Phaj.

- ¿Cuentos? ¡Cuentos! -exclamó Tgan entre risas- No, pequeño, este libro contiene la historia de los grandes héroes, los Suryes. Claro, antes que Baahi los arrastrara a la desgracia, con su gran codicia y vanidad.

- ¿Acaso escribieron la historia de una estatua? - preguntó señalando una de las figuras, finamente dibujada, con detalles en oro y plata.

- ¡Ah! Niño, ese es Kher'an Oghan. -la cara de Tgan Hagg se nubló de tristeza y melancolía- Triste, triste final de un gran héroe. Salvó el reino en innumerables batallas contra los Zajhts. Aún con sus monstruos y gigantes ferozmente armados, nunca pudieron detenerle. Gracias a él tenemos paz en nuestro reino. Blandió su espada con sabiduría; luego de una vida de defender el reinado de Shar Pbeh, no dudó ni un segundo en oponérsele cuando lo cegó la codicia y la sed de poder. Todo el pueblo lo adoraba.

- Pero tuvo un triste final -prosiguió- Cuentan que se encontraba triste porque había perdido a su amor en manos de un demonio que lo emboscó cuando él y su amada viajaban hacia el oasis de Agsen. Mató al demonio, pero no pudo salvar a su mujer. ¡Qué gran tristeza llenó su corazón! -La voz de Tgan Hagg era cada vez mas triste-

En el libro relata que al regreso del desierto, mientras recordaba su desdicha uno la podía ver en sus ojos, profundos como el más profundo de los mares. Todo el dolor y su sufrimiento podían verse. Ya no era querido entre los suyos, su tristeza estrujaba los corazones de quienes lo rodeaban, y nadie soportaba estar a su lado. Baahi, que había subido al trono tras la sorpresiva muerte de su primo, lo desterró, diciendo que en ese estado desmoralizaba a las tropas y al pueblo entero. Los que hasta ese entonces se decían sus amigos no hicieron nada por retenerlo. Lo abandonaron.

¡Y luego todo el reino estuvo embrujado! . ¡Seguramente embrujados todos!  -agregó Tgan Hagg- Kher'an Oghan solo, completamente perdido... Seguramente algún demonio, aprovechando su debilidad, lo empujó al vacío ¡sumido en la mas grande de las tristezas! ¡Una gran fuerza debió ocuparse de ello! Debe haber sido eso, si. un gran embrujo

Kher'an Ogan, el caballero dorado, el que no podía morir, no sentía afecto por la vida. Condenado a vivir su amargura, se marchó con el solsticio de verano, armado sólo con una pequeña pieza de nácar que colgaba de su cuello. Caminó por el desierto recitando su desdicha, y cada uno de los recuerdos de su amor.

Obnubilado por su desdicha caminó sin rumbo. Los demonios que habitan el desierto, lo odiaban, pero aún le temían. Con artimañas y espejismos lo condujeron a la cañada del Pj'erb Rhaab. Los demonios Kjield Hong, de corazones hambrientos como pozos sin fondo, lo cobijaron entre sus más dulces mentiras, lo acomodaron en el centro de la cañada rodeado de piedras filosas, y lo envolvieron en sus horribles halagos. Entonces, se quedaron escuchándolo, una y otra vez, contar su penosa pérdida. Alimentándose eternamente de sus pesares.

Y día a día, se fue enredando en sus engaños cada vez más, y todo su ser se fue entumeciendo, hasta no poder siquiera mover los ojos. Poco a poco fueron pasado las épocas y el bello caballero que alguna vez doró al sol, se convirtió en una gris estatua de piedra cuyo corazón inmortal destila el alimento de sus captores.

- Pj'erb Rha, un mítico lugar, tenebroso lugar -añadió Tgan Hagg- Cuando el caballero despertó del trance, ya era tarde, no pudo escapar.

Y prosiguió- La melancolía del caballero recorrió de regreso los pasos que lo habían acercado a la cañada. Atravesó el desierto, mares, montañas y praderas pidiendo auxilio. Algunos aventureros que han escuchado su llamado, dicen que es un hermoso oasis en medio del gran desierto. Grandes palmeras y árboles crecen en él. Pero no hay ni un alma que mueva el aire, ni mosca siquiera. Sólo una vegetación siempre verde, y demonios, claro. Siempre mencionan a los demonios. Y que los oscuros miserables están siempre atentos, celosos de sus presas.  Pero eso fue hace tiempo, -suspiró- y hasta los inmortales pierden la fuerza y las esperanzas. -murmuró el viejo alejándose-

- Es sólo un cuento de locos, nadie jamás ha encontrado el lugar -acotó Logh Pset, que había entrado a la carpa sin que nadie lo advirtiera. No llevaba turbante, y se lo veía contento- Ven Phaj, tengo algo que mostrarte.

28/01/2011 - 26/03/2014

. 26 de marzo de 2014
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Me abandonas y me dejas girando la moneda, no hay mas tardes con esperas, ni una noche mas en vela...

He perdido la cabeza, mancillado mi nobleza, revolcándome en tus sombras y en tus sueños no me nombras.

No pretendo ya mas que entiendas mi alegría o mi tristeza, mi dicha y mi dolor.

No te espero un carajo, es mucho mas trabajo mantener la esperanza que animarme a la resurrección.

(.en edición.)

La dinastía perdida - Parte 1

. 11 de febrero de 2014
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E n el aire, no sólo el perfume a azahares y jazmín indicaba la llegada de un nuevo equinoccio de primavera. La jungla rebosaba de hojas verdes y flores de todo tipo. Enormes bandadas de pájaros surcaban el cielo por sobre el dosel de la selva. Los monos y otras bestias daban a conocer su creciente actividad a medida que el sol se acercaba mas al horizonte. Lo que podría describirse como un concierto desafinado con gritos, aullidos y rugidos. En medio de tal despliegue de hormonas, un joven Surye dormía plácidamente recostado en la copa de una palmera. Su nombre era Phaj.

Pertenecía a una familia que lo había perdido todo. Un padre estafador, una madre con reputación de bruja, hermanos que sólo traían disturbios y problemas. Una familia modelo, en fin, lo que en India traería mas de un siglo de maldiciones. Pero, ¿qué se podía esperar de unos Suryes?

Hacía meses que no veía a sus padres, vivía en una especie de choza que había construido él mismo sobre un enorme árbol, a poca distancia de donde se encontraba ahora. Un clan de monos se movía ruidosamente entre los árboles. Pero ni uno solo de esos chillidos podría haber preocupado menos a Phaj. Sin embargo, se sobresaltó. Algo distinto se aproximaba desde el corazón de la selva. Un ruido constante y cada vez mas notorio.

En efecto, había escuchado el paso de unos caballos y, curioso por naturaleza, de un salto se encontró persiguiéndolo por lo que parecieron kilómetros. Los caballos hacían lo posible por acelerar el paso, pero las recientes lluvias habían deteriorado el único camino que atravesaba la jungla. Y era tal el estado que en algunos tramos parecían detenidos. Los soldados que acompañaban al carruaje atendían a cada movimiento a su alrededor, listos a desenfundar sus espadas, mientras que el chofer no podía ocultar el temor de quedar a merced de alguna bestia. Observaban detenidamente, pero claro, a la distancia que se encontraba Phaj, era imposible detectarlo. Ellos en cambio se destacaban considerablemente.

Phaj, simpáticamente desgarbado, ágil y permanentemente lleno de hojas y tierra, corría entre las plantas, siguiendo con la mirada un carruaje que golpeaba en cada escollo. Se movía con natural destreza, como si sus pies y manos conocieran cada palmo de la majestuosa vegetación, sin mirar, entre piedras, troncos y alguna que otra serpiente. Con la misma naturalidad que se movía en la jungla, detuvo su marcha. La cerrada selva terminaba abruptamente en enormes campos de arroz y té, que rodeaban una bulliciosa ciudadela. Ni un cosechero a la vista. Raro. Inmediatamente, sus ojos se posaron en la majestuosa mole que coronaba el horizonte.

El enorme castillo, engalanado, señalaba el comienzo de las festividades. Todo se mostraba exuberante. Las piedras de mármol gris resplandecían ante la luna como en ningún otro ocaso. Los cerámicos de colores brillaban y relucían como hermosos caleidoscopios. La guardia armada vestía sus mejores galas. Pocos recordaban haber visto tal espectáculo.

Phaj, miró al frente y pensó que las primeras sombras de la noche eran el momento ideal para esconderse entre las carrozas que entraban al castillo. Y allí fue, corriendo entre las plantas de té, que enmarcaban el camino a la ciudad. Se mezcló con las carrozas que entraban al poblado. Podía ver como la comitiva que lo había despertado caminaba lentamente por la calle principal. En la cara del chofer, casi no quedaban rastros del temor que mostrara momentos atrás. En un momento, la caravana se vio envuelta en una multitud de bailarines, con estandartes, flores y pequeñas antorchas. Desde el interior de la carroza, se asomó un joven sahib, vestido de gala, con un turbante turquesa engalanado con un enorme diamante. Phaj aprovechó la distracción de la multitud y, con velocidad y certeza, se escondió debajo del equipaje.

Atravesaron una innumerable cantidad de puertas y plazas de armas, la música se escuchaba por todos lados; en las callejuelas, plazas y salones la gente se agolpaba alegre y festiva. Se dio cuenta que estaba en el carruaje de alguien importante, porque a medida que avanzaban la música era cada vez más refinada. Y por cierto, se acercaban a los salones de la realeza. Allí, el mismísimo gran majarash, la persona mas importante de todo el Punjab, nobles de la India y otros reinos, se habían reunido para fumar, beber y disfrutar de exóticos manjares. Una fiesta colosal. Si Phaj se había quedado sin palabras con el espectáculo que pudo ver en el camino, lo que tenía frente a sus ojos lo sacó completamente de quicio.

Las mesas desbordaban de comida, la gente bailaba envuelta en trajes y vestidos de seda y velos de colores. Enormes almohadones servían de descanso para otros, que charlaban a viva voz y reían con todas las fuerzas. No había en toda la ciudad un ser desdichado. Bueno, eso no era tan cierto. Había dos personas que no estaban disfrutando del banquete. Uno claramente era nuestro amigo Phaj, que había conseguido esconderse entre unos telones que decoraban el salón. El otro era el joven príncipe. Su hermoso ropaje y turbante, contrastaban notoriamente con sus vacíos ojos verdes y su sonrisa mínima.

Estaban lejos, y la enorme fiesta los separaba, pero por esas cosas que solo la providencia conoce, Phaj y el triste sahib cruzaron sus miradas.

¡Pobre y desdichado Phaj, su alma no podía contener tanto temor y desdicha! ¡Ya podía sentir los grilletes y los latigazos de la guardia real, las ratas caminando sobre su cabeza, el hedor de los calabozos del castillo! ¡Y hasta hace unos segundos disfrutaba con todo su ser de la idea de abalanzarse sobre las sobras de tal banquete! Su estómago hacía mas sonidos que toda la banda junta, y la desdicha lo atormentaba antes de poder saborear unas migajas siquiera.

Miraba a su alrededor y no había escapatoria, soldados, príncipes y doncellas lo rodeaban. Con un sólo gesto del príncipe, sería presa fácil. Se sentía desfallecer. Volvió a mirar y su corazón se detuvo. ¡El sahíb triste ya no estaba en su enorme almohadón!

- ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

Phaj estaba mas pálido que cuando había nacido. De no ser por los ruidos que hacía su panza, y la transpiración que corría por la frente de nuestro amargado ladronzuelo, el joven sahib hubiera pensado que se trataba de una escultura muy realista. Estaban los dos bajo la misma cortina. Phaj ni siquiera respiró.

- Ven, sígueme, ¡te lo ordeno! -exclamó con voz firme y segura. Estiró un brazo y abrió su enorme capa, señalando que se ocultara a su espalda. A Phaj sólo le quedaba obedecer.

Caminaron hacia el carruaje del príncipe, que se encontraba en uno de los enormes patios del castillo. Con algo de suerte consiguieron entrar ambos sin que nadie viera a Phaj. El sahib prendió una pequeña lampara. Phaj se quedó inmóvil a un costado de la puerta. La carroza era bastante grande y una pila de almohadones con bordados y dibujos de colores vivos era el mayor mobiliario. Había una canasta con frutas, vasijas y algunos objetos personales, necesarios para un largo viaje.

- ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? -repitió el sahib- Soy Logh Pset maharashi de Loh'Panj, ¡me debes contestar!

Phaj no salía de su trance. No entendía qué estaba sucediendo.

¡Te ordeno que me respondas! -increpó el príncipe- O llamaré a los guardias y entonces..

- ¡No! ¡A los guardias no! ¡Por favor! -suplicó Phaj.

- ¿Entonces?

- Soy Phaj, vivo en la selva. Vine tentado por la música y las luces.

- Y la comida. Vi como mirabas la comida.

Phaj simplemente asintió, e inoportunamente sus tripas volvieron a sonar.

- ¿Acaso no te bañas nunca? Hueles a pantano.

- Es mejor así, en la selva debes ser lo menos apetecible posible. He visto...

- ¿Realmente vives en la selva? ¿Con los monos, los tigres y las serpientes?

- Si, y arañas, escorpiones, panteras...

Cuando de repente un golpe en la puerta hace que Phaj, de un solo movimiento fuera a parar debajo de la pila de cojines. Su corazón no paraba de dar saltos.

- Disculpe, su majestad, ¿se encuentra bien? -pregunta uno de los soldados a través de la puerta.

- Sólo un poco aturdido, es todo. Déjenme descansar. -ordenó Logh Pset.

- Si, mi señor - respondió el soldado, luego se escucharon sus pasos alejándose.

Mirando la pila de colores, Logh Pset sonrió.

- Realmente conoces los calabozos de este castillo, ¿no?


A primera vista

. 5 de febrero de 2014
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Cuando no tenía nada deseé 
Cuando todo era ausencia esperé 
Cuando tuve frío temblé 
Cuando tuve coraje llamé 

Cuando llegó carta la abrí 
Cuando escuché a Salif Keita bailé 
Cuando el ojo brilló entendí 
Cuando me crecieron alas volé 

Cuando me llamó allá fui 
Cuando me di cuenta estaba ahí 
Cuando te encontré me perdí 
En cuanto te vi me enamoré 




Letra y música Chico Cesar
En el corazón, por Pedro Aznar

(...)

Extractos de un adiós

. 2 de enero de 2014
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"Mirá, a mi podés decirme todas las mentiras que quieras, no te las voy a discutir. Pero por favor, no te las creas vos mismo, que eso hace mucho daño. Hay pocas cosas peores a convencerse de las propias mentiras." "Yo remo, y la remo, pero si me sacás el tapón de la pileta..." "Yo voy a estar siempre que me necesites." "No desaparézcas, pero no me mandes mensajes extraños." "Lo que no te voy a perdonar es que me hayas dicho la fátidica frase 'no sos vos, soy yo'." "Te amo, te voy a amar siempre."

(...)