Hace algunos años me dijeron que iba a morir a los 28. Casualmente, yo había soñado que moría a los 28, mas precisamente el día de la entrega de diplomas en la facultad. Y era un sueño recurrente, desde mucho antes que esa persona me lo dijera en voz alta.
Nunca se lo había comentado a nadie, por lo que la sorpresa fue enorme. Y por un tiempo no salía de mi asombro. No fue hasta años después, que empecé a cometarlo entre amigos. No fue hasta años después que decidí ingresar a la facultad. No fue hasta un año después del ingreso que conocí el teatro que aparecía en el sueño.
En ningún momento pensé en modificar mi estilo de vida por creer que sabía la fecha de caducidad. Simplemente traté de ser feliz. Podía haber intentado recibirme antes, utilizando mas tiempo para el estudio y menos para el trabajo. Pero eso no era lo que me hacía feliz en ese instante.
Hoy faltan nueve días para los 28. Y un año entero para morirme. O no. Por eso, desde hoy, les dejo mi abrazo atemporal y la esperanza de que todos podamos elegir ser felices día a día.
Nunca se lo había comentado a nadie, por lo que la sorpresa fue enorme. Y por un tiempo no salía de mi asombro. No fue hasta años después, que empecé a cometarlo entre amigos. No fue hasta años después que decidí ingresar a la facultad. No fue hasta un año después del ingreso que conocí el teatro que aparecía en el sueño.
En ningún momento pensé en modificar mi estilo de vida por creer que sabía la fecha de caducidad. Simplemente traté de ser feliz. Podía haber intentado recibirme antes, utilizando mas tiempo para el estudio y menos para el trabajo. Pero eso no era lo que me hacía feliz en ese instante.
Hoy faltan nueve días para los 28. Y un año entero para morirme. O no. Por eso, desde hoy, les dejo mi abrazo atemporal y la esperanza de que todos podamos elegir ser felices día a día.