Por las dudas

. 30 de marzo de 2009
7 comentarios


Hace algunos años me dijeron que iba a morir a los 28. Casualmente, yo había soñado que moría a los 28, mas precisamente el día de la entrega de diplomas en la facultad. Y era un sueño recurrente, desde mucho antes que esa persona me lo dijera en voz alta.

Nunca se lo había comentado a nadie, por lo que la sorpresa fue enorme. Y por un tiempo no salía de mi asombro. No fue hasta años después, que empecé a cometarlo entre amigos. No fue hasta años después que decidí ingresar a la facultad. No fue hasta un año después del ingreso que conocí el teatro que aparecía en el sueño.

En ningún momento pensé en modificar mi estilo de vida por creer que sabía la fecha de caducidad. Simplemente traté de ser feliz. Podía haber intentado recibirme antes, utilizando mas tiempo para el estudio y menos para el trabajo. Pero eso no era lo que me hacía feliz en ese instante.

Hoy faltan nueve días para los 28. Y un año entero para morirme. O no. Por eso, desde hoy, les dejo mi abrazo atemporal y la esperanza de que todos podamos elegir ser felices día a día.



(sueños y profecías)

De ilusionistas

. 8 de marzo de 2009
0 comentarios

Un acto de magia consta de muchos factores ajenos al propio acto, pero que el mismo ilusionista debe generar. Un buen ilusionista percibe los cambios de humor de su público, mucho más intensamente que aquél, que cuenta un misterioso cuento.

Desde antes de aparecer a escena, debe generar en el público la sensación de ansiedad e incluso miedo. La luz debe ser cómplice y sólo mostrar algunos detalles del ambiente lleno de misterio. Al aparecer, el ilusionista debe seducir, a todos. Debe hacer creer a cada uno de ellos que el acto que todos están a punto de presenciar se hizo exclusivamente para sí mismo y no para el resto, ni siquiera para la persona que se encuentra a su lado. Un ilusionista debe sembrar el egocentrismo.

Cuando la conexión se ha realizado, debe plantear el acto. Decirles claramente lo imposible que es hacer lo que está a punto de hacer él. Debe señalar la opulencia, la grandiosidad de lo que están a punto de ver y sentir. Es imposible, claramente imposible conseguir que la materia se disuelva, o mas aún que se transporte instantáneamente de donde está, a simple vista. Luego debe de hacerles virar la emoción, a la certera duda, a que exista la posibilidad que sí ocurra. El ilusionista, en ese momento, debe inflar el pecho, cautelosamente. Volver felina su mirada, oscura y penetrante. Y debe decir con estas palabras: "Yo, lo voy a lograr"

Sigilosa y cautelosamente, mas sin pausas, debe llevarlos a reconocer que algo ha ocurrido. Algo que quizá nunca estuvo ahí, que nunca ocurrió, pero eso es algo ellos no tienen porqué saber. Lo mas importante luego de que ocurriera la ilusión, debe procurar mantener el clímax por lo menos siete segundos, para luego distraer al público con su seducción y hacerlos olvidar de lo que acaba de hacerles creer que ha ocurrido.

Debe evitar que piensen en el momento que escondió su mano en el bolsillo, o cuando golpeó extrañamente una silla. Nada ocurrió mas que el acto que él acaba de contar. Simple, clara y misteriosamente.

(...)

. 7 de marzo de 2009
0 comentarios




(Un pequeño momento para el hombre, un pequeño acto para la humanidad)