De un día de estos

. 26 de abril de 2010
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Parecía una tarde normal, pero no lo era para todos. Algo no estaba bien. Los jóvenes habían entrado mas o menos al mismo tiempo que suelen hacerlo y las cosas se desarrollaban con la usual dinámica de los últimos días. Los silencios, las preguntas y las mismas miradas de siempre. Ese día luego de una hora de habitualidades, sucedió lo que nunca había sido siquiera dicho.

Basta. Se terminó. -dijo- Me voy, los dejo. Me equivoqué con ustedes y no están interesados en lo que yo les pueda brindar. Les interesa mas sus propias inquietudes y sus propios métodos de búsqueda; que los conocimientos, las técnicas y las palabras obtenidas con el tiempo, la paciencia y el esfuerzo de otros. Hace una hora que estoy tratando de que me escuchen y lo único que veo es cómo se comunican entre ustedes con sus celulares a las escondidas. Si, los veo. Seré viejo e incluso podrán tildarme de anciano gagá, pero todavía tengo algunas neuronas puestas en lo que me rodea. Y me doy cuenta de lo que sucede, por mas que no sea evidente a simple vista.

Al decir esto, pocos se animaron a levantar la mirada, y los que lo hicieron, lo hacían con vergüenza y pudor. La multitud se sepultó en un silencio inusual. No se oía ni un suspiro. El viejo juntó sus cosas apesadumbrado, y apesadumbrado caminó los metros que lo separaban del mundo exterior. Se apoyó en la gran manija de acero y sin volver la mirada se alejó sin pausas.

Los jóvenes creyeron que una disculpa hubiera llegado tarde, y se quedaron esperando a que la directora les enviara una nueva persona o que cancelara la clase, era lo mismo. Lentamente el murmullo fue increyendo, opacando el ruido de los pasillos.


(...)

2 comentarios:

Fodor Lobson dijo...

plop

Kaitos dijo...

Je, evidentemente no soy yo el protagonista. Como usted sabe, Mr. Fodor, hubiera sido un poco... ¿cómo decirlo? Más... ¿punitivo? mmm

Abrazo, de futuro viejo cascarrabias a futuro viejo cascarrabias.