Breve tratado de indias

. 16 de mayo de 2010
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Como dos gotas que rodaban por la misma mejilla, nuestros cuerpos cayeron en el mismo sentido, colisionando al llegar al piso y fundiéndonos en una sola gota.

En ese momento fuimos un mar cálido del caribe. Con oleajes y mareas. Resurgiendo en las rompientes nuestros suspiros hechos espuma. El sonido de las olas todo lo llenaba, con momentos de ritmos acompasados y luego síncopas que traían a los nuevos ritmos.

Maldito piso helado, se lo oía resquebrajar debajo de nuestros cuerpos ardientes. Pero era tal el frío del suelo, que la temperatura llegó a ceros inesperados hacía milésimas de segundo atrás.

Su cuerpo, ahora separado del mío, se sentía extraño en el envase. Se notaba en la cara con señas perdidas y en la respiración aletargada.

Extraño el verano. Con sus arrebatos. Con sus pasiones.


(...)

3 comentarios:

Danaé dijo...

Bah... parece que una tormenta recorrió América, y dejo saldos trágicos... las únicas gotas que quedaron de tal hecho, son mis lágrimas que ruedan por la curvatura de mi cara...

No se que decir, tus letras me hacen sentirme identificada...

Extraño también tan bella estación.

Besos

Kaitos dijo...

Uf, si las tormentas recorren todo el globo. Las viven quienes se atreven a sentir, amar, relacionarse; quienes se arriesgan a dar sin esperar nada a cambio...

(suspiro)


Abrazo

Danaé dijo...

Sin esperar nada a cambio... eso es todo.

Algunos días me siento tan gris al respecto...

Pero sé que es tiempo de brillar.

Besos y cálidos abrazos.