Nada en toda la tierra parecía vivo, pero yo podía ver como el suelo se retorcía debajo de mis pies.
Pasos sordos recorrían los valles ventosos, un camino constante de huellas migrantes. Ella no era distinta del resto, y al igual que las otras de su clase, nunca había salido de su mundo, salvo aquella vez para nacer. El camino de golondrinas atravesó su techo, rompió sus paredes y la alejó de lo que ella conocía. Viajó, sin poder negarse.
Cuando ella llegó a la casa, el pueblo me rodeó en un cálido y asqueroso edor. Me acerqué, y ahora eran mis manos las que sentían el movimiento de la tierra. De todas partes se oían los gritos desalmados de las mujeres; ¡Arranquen sus ojos! ¡Arranquen sus ojos! Y nada se movía más que la turba de filosas lenguas, que rápidamente la despojaron de todo lo que la cubría, y arrancaron su piel a jirones. Y sus ojos.
Estaba empapada en un líquido blanco que su cuerpo lentamente vertía sobre sus atacantes. No brotaba la sangre por sus heridas, no había mancha alguna de sangre en toda la casa. Sólo ese líquido blanco, que se secaba quebrándose por su propio peso.
Lo que estaba por debajo de su piel, ahora era un espacio yermo, cubierto de minúsculos cristales de tiza, unidos en una interminable cadena de polvo. La vida dejó de existir para ella, antes de entrar a la casa. Había dejado de existir incluso antes que los hombres la arrancaran del regazo materno. Ella yacía inerte en mis manos, y yo, vivo, sólo pensaba en evadir un rato más mi muerte.
Siento que me debés unas palabras, aunque sospecho que la vida nunca te enseñó a decirlas.
No creo poder pretender más que unas palabras, una explicación a mis ojos, por más cruel que fuera, o fuese, lo necesito.
Caminar se torna incierto si uno no sabe si sus anteriores pasos fueron certeros, saber el porqué nunca llegué a destino, es preciso.
Porque si sigo caminando pensando que yo no cometí errores, los estaré cometiendo.
Y es entonces que el peligro de volverse un detestable ser es mayor que todos los pensamientos.
...
¿Fui yo el que equivocó los pasos? ¿Pasó el agua entre los dedos sin que me percatase? ¿Pasaron siglos de silencio en mis palabras ajenas a mis oídos? ¿Fueron las sombras de los miedos eternos las que impidieron que me veas a tu lado?
Aunque fuera sólo un amanecer... sólo un beso... sólo un abrazo... sólo.
a) Me emparche un poco b) Me raye poco c) Me mime un poco
y que:
a) limpie mi cabeza. b) pinte mi cabeza. c) vuele mi cabeza.
Que:
a) cocine guisos de madre, postres de abuela y torres de caramelo. b) cocine dietético, conservas naturales y dulces de algarroba. c) no se meta en mi cocina.
Que ponga tachuelas en mis zapatos para que:
a) me acuerde que voy caminando b) pinche a la gente en el subte c) juguemos a ser bailarines de tap
y que cuelgue mi:
a) mente b) lengua c) billetera
de una soga hasta que:
a) se seque de problemas, b) escarmiente, c) la vacas vuelen,