Preludio de un acto II

. 6 de diciembre de 2018
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El amor y la traición a sí mismo 


El amor según Lacan es, sobre todo, un tipo de vínculo que nace a partir de la palabra. Si no hay palabra, lo que existe es el enamoramiento. Es decir, una fascinación imaginaria. Mientras que el deseo sexual convierte al otro en un objeto de satisfacción, el amor lo trasciende. Se dirige al otro como ser, no como objeto. 

Se ama, entonces, al ser del otro. Se aceptan sus fallos y sus debilidades. Cuando trasciende el simple deseo de ser amado por otro, el amor se convierte en un don activo. Sin embargo, este amor también tiene un límite, que queda establecido en una de las frases de Jacques Lacan: “Cuando el ser querido va demasiado lejos en la traición a sí mismo y persevera en el engaño de sí mismo, el amor no lo sigue más”.

Cuando hay amor, se ama al ser del otro. Ese ser se traiciona a sí mismo constantemente y aún así, se sigue amando. Sin embargo, cuando esta traición llega muy lejos, al punto que se desfigura el ser, desaparece el sentimiento. 

En otras palabras se deja de amar a quien se traiciona a sí mismo, se engaña, deja de ser esa persona a quien hemos amado.





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