El viento,
todo seca a su paso,
incluso la esperanza de la ansiada lluvia.
El aire denso,
cargado de suelo, atraviesa el monte.
Implacable.
Los espinos casi no tiemblan a su paso;
de hermoso color gris,
se esconden de a ratos tras las nubes exfoliantes
El verde se escapó de las manos del pintor,
nada de lo que nos rodea se asemeja a la fuente de vida.
No hay siquiera una particula que pueda alimentar a tantas hambres.
Por la noche,
las vacas brillan a la luz de la luna.
Sólo esperan que el polvo las erosione a cenizas,
los zorros y los chimangos se han ocupado del resto.
Sin embargo,
aún entre tanta muerte,
la vida se abre camino.
Siempre.