8 de la mañana. "Vamos Kai, arriba, que no llegamos."
Y desde ese momento, y hasta que Ezequiel, Valentina y yo, nos sentamos en el bar a fumar a las 11 de la noche del sábado después del casamiento, no paramos nunca.
Nos divertimos mucho, corrimos y solucionamos. También bebimos y comimos rico. Charlamos y vivimos como si no hubiera pasado mas que unas semanas desde la última vez que nos vimos. Y como si conociera a Valentina desde hacía años. Valentina, es una de esas personas especiales, de esas que amás al instante de conocer. El poco tiempo que tengo de verlos juntos, es verlos felices y unidos.
Los dos están a mil por los preparativos. Intento molestar lo menos posible y ayudar lo mas que puedo. Piacenza es bella, se ve desde el auto... je, no paramos, salvo que sea necesario.
También conocí a los amigos de Eze, cenamos todos juntos en la casa de Beppe y Toppina. Unos genios. Por la tarde de mi primer día en Italia, me di cuenta que estaba nervioso por conocerlos, estaba nervioso por este encuentro. Tenía miedo de no caerles bien a los que bancaron a Eze todo este tiempo lejos de casa, en realidad hasta que Piacenza se convirtiera en su casa.
Ese miércoles, antes de la cena, conozco a Eugenio, el calabrés de ese grupo de amigos. Se nos une en la búsqueda de unas lámparas para el nuevo departamento. Charlamos sin parar, muy amigablemente. Aunque no le gustó que mi familia fuera de Salerno, me invitó a parar en su casa a mi vuelta de Sicilia. A menos de dos horas de conocerlo. Este tipo es genial.
Nevaba intensamente, de a poco la ciudad se iba cubriendo de esos copos blancos, cuando la noche cayó, cerca de las 4 de la tarde, hacía mucho frío y ya no pude pensar en ponerme nervioso por el encuentro. Los anfitriones nos prepararon una cena de lujo. Fiambres, quesos, panes tradicionales acompañados con vinos espectaculares. Después tartas y pizza. La cena transcurría genial, yo escuchaba mas de lo que intervenía, me era un poco complicado entenderlos hablando tan rápido y al mismo tiempo, pero me desenvolví bastante bien.
Cuando yo creía que la cena estaba terminando, aparece Toppina con una enorme fuente de lasagna. Mi cara de sorpresa fue importante. Pero esa lasagna tenía muy buena pinta y yo, yo no podía despreciar el esfuerzo.
En el comedor, no pararon las risas y los chistes. El segundo día, día de amigos.
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