Un final

. 8 de agosto de 2010
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Las velas de los barcos escapan al océano. Los pañuelos revolotean sin descanso y las mujeres bailan en ronda. Las olas apenas mecen a los navíos, no se comparan con las tormentas que atavesaron meses atrás.

Los marinos hacen un último esfuerzo y preparan la cubierta para la llegada a puerto. Todos los morrales están listos para ser devueltos a casa. De entre los gritos con órdenes y anuncios, se pueden distinguir canciones de felicidad y de esperanza.

Sin embargo un par de bocas se vuelven melancólicas por el final del viaje. A pesar de los esfuerzos por disimularlo, esperan que el viaje no termine nunca. Todo el cuerpo los engaña, necesitan llegar a casa para descansar, encontrarse con sus seres queridos, pero esperan no tener que bajar nunca a ese muelle. En ese viaje se encontraron y se compartieron como nunca. No quieren que termine así.

Los suspiros nunca llegan a destino y, entre las órdenes y las tareas, se perdieron. La muchedumbre copó todos los puestos, la fiesta no daba lugar a nuevos encuentros.

A medida que los barcos avanzan, las mujeres gritan de contento y bailan cada vez mas alegres. Las polleras y los pañuelos multicolores parecen estrellas fugaces rozando el suelo...

(...)