Parecía una tarde normal, pero no lo era para todos. Algo no estaba bien. Los jóvenes habían entrado mas o menos al mismo tiempo que suelen hacerlo y las cosas se desarrollaban con la usual dinámica de los últimos días. Los silencios, las preguntas y las mismas miradas de siempre. Ese día luego de una hora de habitualidades, sucedió lo que nunca había sido siquiera dicho.
Basta. Se terminó. -dijo- Me voy, los dejo. Me equivoqué con ustedes y no están interesados en lo que yo les pueda brindar. Les interesa mas sus propias inquietudes y sus propios métodos de búsqueda; que los conocimientos, las técnicas y las palabras obtenidas con el tiempo, la paciencia y el esfuerzo de otros. Hace una hora que estoy tratando de que me escuchen y lo único que veo es cómo se comunican entre ustedes con sus celulares a las escondidas. Si, los veo. Seré viejo e incluso podrán tildarme de anciano gagá, pero todavía tengo algunas neuronas puestas en lo que me rodea. Y me doy cuenta de lo que sucede, por mas que no sea evidente a simple vista.
Al decir esto, pocos se animaron a levantar la mirada, y los que lo hicieron, lo hacían con vergüenza y pudor. La multitud se sepultó en un silencio inusual. No se oía ni un suspiro. El viejo juntó sus cosas apesadumbrado, y apesadumbrado caminó los metros que lo separaban del mundo exterior. Se apoyó en la gran manija de acero y sin volver la mirada se alejó sin pausas.
Los jóvenes creyeron que una disculpa hubiera llegado tarde, y se quedaron esperando a que la directora les enviara una nueva persona o que cancelara la clase, era lo mismo. Lentamente el murmullo fue increyendo, opacando el ruido de los pasillos.
2 comentarios:
plop
Je, evidentemente no soy yo el protagonista. Como usted sabe, Mr. Fodor, hubiera sido un poco... ¿cómo decirlo? Más... ¿punitivo? mmm
Abrazo, de futuro viejo cascarrabias a futuro viejo cascarrabias.
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