Milano

. 28 de abril de 2011
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Cuando me quedé solo en Piacenza, aproveché para recorrer gran parte de sus numerosas iglesias, sus plazas y embeberme en esas callecitas de piedra, con olor a hollín y a tabaco. Caminé todo el día con la sonrisa que me remontaba cual barrilete. Los copos de nieve de la tarde caían alegremente, despacio, como bailando. En el bar, un rato antes de partir a la estación de trenes, calor de leña, un poco de música como compañía, algo para comer y prosecco para unir. Felicidad.

El tren partió puntualmente, creo que no quedaban asientos disponibles. Me acomodo y en unos momentos me encontraba descubriendo el camino nuevamente. Dejaba atrás lo único que conocía de Italia, una ciudad acogedora y tranquila, para acercarme a una ciudad enorme, cosmopolita y bulliciosa. ¿Será acertado el cambio? Claro que sí, esa era mi decisión.

Milano asomaba de entre los edificios, canchas cubiertas con unas lonas extrañas y un poco de humo de fábricas. Las primeras estaciones, no eran buenos augurios, un poco de descuido, graffitis, nada que una estación del Sarmiento en Baires no pudiera ofrecer... Me sorprende un poco, incluso me hace dudar.

La estación central es otra historia. Enorme. Mármoles y escaleras infinitas. Un árbol de navidad que se elevaba nosécuantos metros, lleno de luces. Y gente, mucha gente. Crucé la terminal y pregunté por un tranvía que me dejaba en Porta Vittoria, había reservado vía web en un hostel justo del otro lado de la ciudad. A mi arribo me encuentro con que el lugar estaba completamente cerrado, y a diferencia del resto de Milano, casi no había movimiento de gente. Busqué un teléfono público y llamé. Nadie contesta. Sentí un poco de temor, pero decidí que caminando hacia el centro iba a encontrar algún otro hostel que me alojara...

Ciertamente el nombre Diablo no era muy atrayente y que el cartelito fuera casi imperceptible, sumaba a mi escepticismo. Pero ya era tarde, seguía nevando y tenía que descansar un poco. Pensé que no tenía sentido ser prejuicioso y toqué timbre.
No me había percatado de lo difícil que me resultaba establecer un diálogo coherente sin la ayuda de mis manos. Por suerte el encargado se apiadó de mi y me dejó pasar, aún con nuestra escasa comunicación. Ya en el lobby nos comunicamos mejor, Davide, italiano, era el encargado esa noche.

Tenía sueño, la habitación era cómoda y cálida. Cené algo en una piadinería cercana al hostel y para la medianoche ya estaba preparándome para dormir cuando dos hermosas checas cruzaron el umbral de la habitación. Simpáticamente nos saludamos y mis ratones empezaron a cruzar por los aires cuando deciden compartir una cama de dos plazas.

Verlas dormir haciendo cucharita, eso sí que era un espectáculo. Por suerte, una de ellas pensaba que yo era lindo. ¡Que linda forma de comenzar la segunda semana!



(...)



Ignórame

. 19 de abril de 2011
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Pasa por alto todas las veces que amaneciste con mi sonrisa,
borra de tu agenda las fechas que me diste y las que yo mismo he creado,
desdátame.

Arránca de raíz los recuerdos de bonitos momentos,
inúndalos de agravios y comentarios hirientes,
desanímame.

Cuéntame mi historia con mentiras e incongruencias,
narra momentos inciertos y acúsame de tus equívocos,
falsifícame.

Desánda tus pasos y oblígame a caminar sin tu compañia,
agrede mis acercamientos e insúltame también cuando me alejo,
abandóname.

O simplemente ignórame,
deja que vuele lejos de tu mirada,
aún cuando la necesite.

(...)

Cumpleaños feliz

. 9 de abril de 2011
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Bien, amanece.

Hace un tiempo que las cosas tienen otro color y destellos de esperanza.
Las cosas, ¿o yo?

Quizá es tiempo de reconocer que hice cambios que han trascendido en el tiempo, en mi tiempo, claro. No sólo arrugas y canas...

He tenido algunos golpes, algunas caídas... experiencias buenas y malas, pero que han dejado enseñanzas, abierto puertas, personas y me han permitido conocer y conocerme.

Felicidades, eso mismo.



La luz de la mañana trae colores nuevos,
las nubes bajas se escurren entre los cerros verdes de las yungas.
Las brisas y los arroyos cantan todos los nombres,
bajan trayendo experiencias y esperanzas.
Las hojas caen y flotan en ellos,
son barcos que parten en busca de nuevos puertos.

Las esperanzas puestas en el horizonte,
la mochila liviana, pero bien equipada.
Zapatos cómodos y las ganas de seguir adelante,
seguir viviendo este hermoso viaje.

Estrellas, lunas y corazones esperan por todos partes,
al encuentro fortuito de nuestro destino.
Las sonrisas están a flor de piel,
las ganas y la emoción siempre disponibles.
Cantando voy sonriendo,
sonriendo voy caminando.

Un año mas, un regalo.






(...)